Los motivos animaron los deseos de independencia
fueron el trato discriminatorio dado a los criollos en los cargos coloniales. Los
fuertes impuestos y el control que España ejercía sobre la economía, y
esencialmente el comercio. El ejemplo de la independencia de los Estados Unidos (1776) fue crucial para
mostrar que era posible enfrentarse a la metrópoli y conseguir la victoria. Gran Bretaña, deseosa de controlar el
comercio americano, se encargó de respaldar a los movimientos independentistas,
convencida de que, una vez independientes, podría dominar fácilmente el mercado
de las nuevas naciones.
A partir de 1808, en plena Guerra de la Independencia, los
criollos optaron por no aceptar la autoridad de José Bonaparte. Se crearon Juntas, a imitación de las
españolas, asumiendo el poder en sus territorios. Se mantuvieron fieles a
Fernando VII, aunque no reconocieron la autoridad de la Junta Suprema Central,
pero desde 1810 muchas de ellas se declararon autónomas respecto a la
metrópoli.
Los
focos más secesionistas fueron el virreinato de Río de la Plata, donde José de San Martín proclamó en 1810, la
independencia de la República Argentina en la ciudad de Buenos Aires; El
virreinato de Nueva Granada, en Venezuela, a cuyo frente se situó el gran líder
de la independencia americana, Simón
Bolivar; y el virreinato de Nueva España, en México cuyo levantamiento
dirigieron Miguel Hidalgo y José María
Morelos.
En
1814, finalizada la guerra en la península, el gobierno de Fernando VII en vez de buscar el acuerdo con los
americanos, respondió con el envío de un ejército de 10.000 hombres que pacificó Nueva Granada y México. Aunque
se mostró impotente en el virreinato del Río de la Plata: Paraguay (1811) y Argentina (1816) se consolidaron como naciones
independientes.
En
los años siguientes, la total
intransigencia de la monarquía respecto a la autonomía de las colonias, a
pesar de carecer de dinero y de tropas para imponer su autoridad, estimuló el
crecimiento del movimiento libertador.
San Martín
atravesó los Andes, derrotando a los españoles en Chacabuco (1817) y propició la independencia
de Chile (1818). Bolivar desde
el norte, derrotó al ejército español en Boyacá
(1819) y Carabobo (1821), poniendo las bases de la formación de la Gran Colombia, que dio origen a las
repúblicas de Venezuela, Colombia, Ecuador y Panamá. En México, el movimiento independentista liderado por Agustín Iturbide logró atraerse a la
Iglesia y a las clases poderosas y en 1821 se independizó de la metrópoli. Tras
la victoria de Ayacucho (1824) se
produjeron las independencias de Perú y
Bolivia (en honor de Bolívar) acabando con la presencia continental
española en América. Sólo las Antillas (Cuba
y Puerto Rico) y las Filipinas
permanecieron como posesiones españolas.
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