Podemos
señalar tres características de la cultura del siglo XVI. La primera la difusión de las corrientes renacentistas
que se vio favorecida por las relaciones con Italia y con los Países Bajos;
abundaron los artistas europeos, como Tiziano,
que trabajaban en la
Península o para Carlos I y Felipe II; el mecenazgo de la
burguesía y de la nobleza fue menor que el realizado por la Iglesia y la Corona; y los contenidos
religioso y medieval fueron más acusado en las obras artísticas.
La
segunda a Contrarreforma, la censura
y la persecución de las ideas, provocaron el retraso y el aislamiento de la ciencia y el pensamiento españoles
respecto a Europa. Y la tercera las obras
literarias y artísticas recibieron un enorme
impulso que florecería en el barroco con gran originalidad, en la primera
mitad del XVII.
En
el ámbito del pensamiento destacó el
erasmismo, movimiento intelectual inspirado en las ideas de Erasmo de Rotterdam. Proponía la
reforma de la Iglesia,
pero sin romper con ella; el retorno al estudio de las fuentes clásicas; la
traducción del Evangelio a las lenguas vernáculas; y un cristianismo asentado
en sólidos principios éticos.
El
erasmismo encontró en la
Península un terreno abonado, ya que Cisneros había iniciado una reforma de la Iglesia al dar un impulso
al pensamiento cristiano. Se fundó de la Universidad de Alcalá de Henares; y se publicó la Biblia Políglota Complutense. Las ideas de Erasmo influyeron en escritores como Juan Luís Vives y los hermanos Juan y Alonso Valdés.
La literatura se vio favorecida por la difusión de la imprenta y la alfabetización cada vez mayor de las élites sociales. Éxitos editoriales de este siglo son la literatura de evasión, entre las que destacan las novelas de caballería (héroe que realiza todo tipo de hazañas); las pastoriles, de ambiente amoroso y cortesano en plena naturaleza; y las bizantinas, series de aventuras desarrolladas en países exóticos.
La literatura se vio favorecida por la difusión de la imprenta y la alfabetización cada vez mayor de las élites sociales. Éxitos editoriales de este siglo son la literatura de evasión, entre las que destacan las novelas de caballería (héroe que realiza todo tipo de hazañas); las pastoriles, de ambiente amoroso y cortesano en plena naturaleza; y las bizantinas, series de aventuras desarrolladas en países exóticos.
El
castellano escrito se difundió por
toda la península gracias a la labor del filólogo, Antonio de Nebrija, que escribió la primera Gramática castellana
(1492).
Se
introdujo la literatura italiana,
que influyó en la lírica y épica, en el teatro y en la novela corta. En poesía
destacaron el militar Garcilaso de la Vega y el religioso fray Luís
de León. La obra más importante en prosa fue el Lazarillo de Tormes (1554), considerada la primera novela española
moderna. Su originalidad, realismo, comicidad y tono corrosivo crearon escuela
en el género picaresco en el barroco.
La
literatura religiosa alcanzó su cumbre
con Teresa de Jesús y Juan de la Cruz, convencidos reformadores
religiosos y sometidos a vigilancia por la Inquisición. El teatro quedó
asentado con Lope de Rueda, autor,
actor y director escénico que sentó las bases para la edad de oro del teatro
español del siglo XVII.
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