miércoles, 10 de enero de 2018

LA CULTURA EN LA ESPAÑA DEL SIGLO XVI



Podemos señalar tres características de la cultura del siglo XVI. La primera la difusión de las corrientes renacentistas que se vio favorecida por las relaciones con Italia y con los Países Bajos; abundaron los artistas europeos, como Tiziano, que trabajaban en la Península o para Carlos I y Felipe II; el mecenazgo de la burguesía y de la nobleza fue menor que el realizado por la Iglesia y la Corona; y los contenidos religioso y medieval fueron más acusado en las obras artísticas. 
 

La segunda a Contrarreforma, la censura y la persecución de las ideas, provocaron el retraso y el aislamiento de la ciencia y el pensamiento españoles respecto a Europa. Y la tercera las obras literarias y artísticas recibieron un enorme impulso que florecería en el barroco con gran originalidad, en la primera mitad del XVII.

En el ámbito del pensamiento destacó el erasmismo, movimiento intelectual inspirado en las ideas de Erasmo de Rotterdam. Proponía la reforma de la Iglesia, pero sin romper con ella; el retorno al estudio de las fuentes clásicas; la traducción del Evangelio a las lenguas vernáculas; y un cristianismo asentado en sólidos principios éticos.

El erasmismo encontró en la Península un terreno abonado, ya que Cisneros había iniciado una reforma de la Iglesia al dar un impulso al pensamiento cristiano. Se fundó de la Universidad de Alcalá de Henares; y se publicó la Biblia Políglota Complutense. Las ideas de Erasmo influyeron en escritores como Juan Luís Vives y los hermanos Juan y Alonso Valdés.
La literatura se vio favorecida por la difusión de la imprenta y la alfabetización cada vez mayor de las élites sociales. Éxitos editoriales de este siglo son la literatura de evasión, entre las que destacan las novelas de caballería (héroe que realiza todo tipo de hazañas); las pastoriles, de ambiente amoroso y cortesano en plena naturaleza; y las bizantinas, series de aventuras desarrolladas en países exóticos.



El castellano escrito se difundió por toda la península gracias a la labor del filólogo, Antonio de Nebrija, que escribió la primera Gramática castellana (1492).



Se introdujo la literatura italiana, que influyó en la lírica y épica, en el teatro y en la novela corta. En poesía destacaron el militar Garcilaso de la Vega y el religioso fray Luís de León. La obra más importante en prosa fue el Lazarillo de Tormes (1554), considerada la primera novela española moderna. Su originalidad, realismo, comicidad y tono corrosivo crearon escuela en el género picaresco en el barroco.

La literatura religiosa alcanzó  su cumbre con Teresa de Jesús y Juan de la Cruz, convencidos reformadores religiosos y sometidos a vigilancia por la Inquisición. El teatro quedó asentado con Lope de Rueda, autor, actor y director escénico que sentó las bases para la edad de oro del teatro español del siglo XVII.




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