AGOTAMIENTO
ECONÓMICO
El siglo XVII
se caracterizó por una fuerte crisis económica y social en toda Europa:
pestes,
malas cosechas, guerras y parálisis del comercio y de la industria.
En la monarquía hispánica esta crisis fue más profunda y originó la pérdida de la hegemonía política europea. La población disminuyó, pasando de ocho millones y medio de habitantes en 1600, a siete millones y medio en 1700. Las causas del descenso fueron: el flujo migratorio al continente americano; las muertes ocasionadas por las continuas guerras; la expulsión de los moriscos; y las epidemias que afectaron al país entre 1601 y 1685.
En la monarquía hispánica esta crisis fue más profunda y originó la pérdida de la hegemonía política europea. La población disminuyó, pasando de ocho millones y medio de habitantes en 1600, a siete millones y medio en 1700. Las causas del descenso fueron: el flujo migratorio al continente americano; las muertes ocasionadas por las continuas guerras; la expulsión de los moriscos; y las epidemias que afectaron al país entre 1601 y 1685.
En el terreno
económico la agricultura empeoró su precaria situación. El hambre, la guerra y
las epidemias provocaron la despoblación de las tierras, mientras aumentaban
los impuestos. La Mesta vio como se reducía el número de cabezas de ganado, por
la falta de pastos y la destrucción provocadas por las guerras peninsulares
(Portugal y Cataluña).
La industria
y el comercio sufrieron una profunda depresión. La
tradicional competencia de los productos extranjeros se agravó, con la pérdida
de territorios en Europa (mercados). Se incrementaron los impuestos y tuvo
lugar una pérdida de poder adquisitivo de una población cada vez más arruinada.
El comportamiento de las finanzas públicas agravaba la situación,
aumentando sus gastos, con una Corte despilfarraba cada vez más; y con más
necesidades por las constantes guerras.
El Estado se
encontraba en bancarrota, a pesar del aumento de impuestos, las devaluaciones
de la moneda y la constante emisión de deuda pública. El recurso a la plata y
oro americanos fue cada vez más difícil debido al agotamiento de las minas y al
descenso drástico de la llegada de metales preciosos.
CRISIS
SOCIAL
La sociedad
del siglo XVII se caracterizó por una fuerte polarización: Una minoría ocupaba
los cargos públicos, disponían de recursos y mantenían una vida ociosa. La mayoría
de la población estaba empobrecida, campesinos sin tierras, artesanos depauperados
y centenares de miles de pordioseros, vagabundos o mendigos. Apenas existían
sectores de clase media que se pudieran mantener como resultado del trabajo y
el esfuerzo.
El modelo social al que aspiraba la gran mayoría de la población era vivir de las rentas como los señores o triunfar y enriquecerse en la aventura americana. El trabajo manual se consideraba una actividad plebeya y de poco prestigio social. Se generó una sociedad de nobles, hidalgos o pícaros en detrimento de los verdaderamente productivos: campesinos, artesanos y comerciantes. Sólo los territorios periféricos, especialmente los de la Corona de Aragón, marginados de la aventura americana y de las cargas imperiales, sufrieron con menor intensidad la crisis.
El modelo social al que aspiraba la gran mayoría de la población era vivir de las rentas como los señores o triunfar y enriquecerse en la aventura americana. El trabajo manual se consideraba una actividad plebeya y de poco prestigio social. Se generó una sociedad de nobles, hidalgos o pícaros en detrimento de los verdaderamente productivos: campesinos, artesanos y comerciantes. Sólo los territorios periféricos, especialmente los de la Corona de Aragón, marginados de la aventura americana y de las cargas imperiales, sufrieron con menor intensidad la crisis.
Esta situación
dio origen a una corriente intelectual conocida como “los
arbitristas”, entre ellos destacan: González de Cellorigo, Tomás de Mercado o
Luis Ortiz. Estaban preocupados por la falta de atención hacia el desarrollo
económico, y proponían soluciones o arbitrios a dicha situación. Las medidas
más importantes que proponían eran: la protección de la industria y la reforma
del sistema impositivo. El poder de las clases privilegiadas y el carácter de
la monarquía, impidieron la aplicación de estas propuestas, ya que se estaba
más preocupado por mantener la ortodoxia católica y el poder y el prestigio en
Europa.
LA
CULTURA DEL SIGLO DE ORO
En el siglo
XVI y la primera mitad del siglo XVII, la cultura española alcanzó la cima de
su esplendor, es el periodo conocido como el siglo de Oro de la
cultura española, con artistas, pensadores, literatos y ensayistas
de irradiación universal.
Estuvo
íntimamente ligado a la defensa del catolicismo (la ortodoxia frente a la rebelión
religiosa de los protestantes), lo que explica su fuerte contenido religioso y teológico.
La literatura
encumbró al castellano como lengua universal florecieron la poesía con Garcilaso
de la Vega, Góngora y Quevedo; el teatro de Lope de Vega, Calderón de la Barca
y Tirso de Molina; la novela, con el género típicamente español de la
picaresca: Lazarillo de Tormes, Guzmán de Alfarache. Miguel
de Cervantes, con Don Quijote de La Macha (1605) creó el modelo
de novela moderna sobre las precedentes de caballerías.
Es la obra que más ediciones se han hecho y que ha sido traducida a más idiomas.
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