viernes, 29 de septiembre de 2017

CONQUISTA DE HISPANIA


La conquista de la Península Ibérica por parte de los romanos duró aproximadamente unos doscientos años. Tuvo tres etapas interrumpidas por períodos de inactividad bélica.

La primera etapa (218-197 a. C.) se enmarca dentro del escenario de la segunda guerra púnica, que enfrentaba a Roma y a Cartago, esta última dirigida por los generales Amílcar Barca y Aníbal, por el dominio del Mediterráneo Occidental. Los cartaginenses habían dominado a los pueblos del sur y sudeste peninsular, como base de operaciones (hombres, alimentos y metales) desde la que atacar a Roma. En su avance, Aníbal, atacó y destruyo la ciudad de Sagunto, aliada de Roma, continuando su avance hacia Italia a travesando los Pirineos y los Alpes.


Los romanos para cortarle los suministros, enviaron a la Península dos ejércitos, liderados por  general Publio Cornelio Escipión “el Africano” que desembarcaron en Ampurias en el 218 a. C. Escipión luchó contra los cartaginenses durante doce años y logró dominar la costa mediterránea, conquistado Cartago Nova (209 a. C.), y expulsando a los cartaginenses de la península. Para gobernar y administrar las nuevas tierras conquistadas, los romanos hacia el año 197 a. C. dividieron el territorio peninsular en dos provincias: Hispania Citerior (valle del Ebro y franja mediterránea), e Hispania Ulterior (valle del Guadalquivir).



La segunda etapa (197-133 a. C.) supuso la conquista de la Meseta y se caracterizó por la fuerte oposición de los pueblos indígenas. Los sucesos históricos más importantes  de la resistencia a ocupación romana fueron: la rebelión de los lusitanos (Guerra lusitanas 155-139 a. C.) y el asedio de la ciudad celtíbera de Numancia (Guerras Celtibéricas 154-139 a. C).



El primero hace referencia a un caudillo lusitano, llamado Viriato, que se rebeló contra el poder de Roma e inició una guerra de guerrillas para desgastar al enemigo. En el año 139 a. C.  fue asesinado por sus propios oficiales, que habían pactado la rendición a cambio de tierras y privilegios. El segundo está relacionado con la resistencia y conquista Numancia, en el año 134 a. C. El ejército romano rodeó la ciudad con siete campamentos para cortar el contacto con el exterior. Tras resistir ocho meses de asedio, la ciudad se rindió agotada por el hambre y las enfermedades. También se realizó la conquista de las islas Baleares (123 a. C.).



La tercera etapa (29-19 a. C.) tuvo lugar en época de Augusto, cuando se iniciaron las guerras cántabras, por las que fueron sometidos cántabros, astures y galaicos. En el año 14 a. C. Augusto el número de provincias aumentó a tres: Tarraconensis (capital Tarraco), Bética (Hispalis) y Lusitana (Emerita Augusta).


En el año 297 d. C. el emperador Diocleciano estableció cinco provincias, dividiendo la Tarraconensis y la Lusitana en dos, llamando a las nuevas provincias Carthaginensis con capital en Cartago Nova; y Gallaecia con capital en Bracara. En el siglo IV d. C se creó la provincia Balearica.


Existían dos tipos de provincias las senatoriales, controladas por directamente por el Senado (Bética); y las imperiales, controladas directamente por el emperador (Tarraconensis). Cada provincia era gobernada por un pretor,  un proconsúl o cónsul, dependiendo de su importancia estratégica. Por un consejo encargado de las cuestiones administrativas, jurídicas, militares o fiscales. Las provincias estaban divididas en “conventus” o partidos jurídicos, con sede en las ciudades más significativas.



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