sábado, 23 de septiembre de 2017

EL NEOLÍTICO.

NEOLÍTICO.(“piedra nueva o piedra pulimentada”). Se desarrolló en la Península ibérica a partir del 5.000 a. C. gracias al influjo de las corrientes culturales de Oriente Próximo, como de la evolución de las culturas autóctonas en contacto con esas influencias.


Las características de las comunidades neolíticas son las siguientes: Se dedicaban a la producción de alimentos, por medio de la agricultura y ganadería; elaboraban cerámica y tejidos; y se volvieron sedentarios creando los primeros poblados estables. Las estructuras sociales se hicieron más complejas debido a la organización del trabajo más diversificada y a la gestión del excedente alimentario. Existía cierta jerarquización social, debido al hallazgo de objetos de prestigio en las tumbas de algunos individuos (objetos de variscita, piedra de color verde con la que se elaboraban ornamentos). Podemos establecer dos etapas en la Península Ibérica:


NEOLÍTICO INICIAL (quinto milenio a. C.), se desarrolló  alrededor del Mediterráneo y sobre todo en la costa de Valencia (cueva de la Sarsa y  cueva de l’Or), Málaga (Cuevas de Nerja) y Tarragona (Font Major). Los asentamientos eran en cuevas y se identifican con la presencia de cerámica cardial (llamada así por su decoración con conchas de molusco “cardium edule”. Aparecen los primeros utensilios relacionados con los trabajos agrícolas: hachas, azadas de piedra pulida, molinos). Existen evidencias de que cultivaban trigo, cebada y leguminosas, y domesticaban ovejas y cabras.




NEOLÍTICO PLENO (Entre finales del quinto y el tercer milenio a. C.). Se expande por el interior de la Península, con asentamientos en las dos mesetas, valle del Ebro y País Vasco. Los yacimientos se localizan en los llanos fértiles y bien regados, en los que se construyeron poblados estables. Son importantes yacimientos los encontrados en el Sudeste penínsular en la Carihuela (Granada) y la llamada cultura de Almería, con viviendas circulares. Aparecen por primera vez las necrópolis, sepulturas organizadas alrededor de los poblados. En Cataluña se desarrolló la cultura de los sepulcros de fosa, donde los difuntos eran enterrados en fosas excavadas en el suelo, o en sepulcros de corredor, acompañados de un ajuar funerario (yacimiento de Bóvila Madurell en Barcelona).



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