+ La batalla de Pavía fue una
batalla mantenida el 24 de febrero de 1525 entre el ejército
francés al mando del rey Francisco I y las tropas germano-españolas
del emperador Carlos V, con victoria de estas últimas, en las
proximidades de la ciudad italiana de Pavía. Mil
españoles, cinco mil lansquenetes alemanes y 300 jinetes pesados, mandados
todos ellos por Antonio de Leyva, se atrincheraron en la ciudad
italiana de Pavía.
Los franceses sitiaron la ciudad con un ejército de aproximadamente 30.000
hombres y una poderosa artillería compuesta por 53 piezas. Mientras los
franceses aguardaban la capitulación de Leyva, recibieron noticias de un
ejército imperial que bajaba desde Alemania
para apoyar la plaza sitiada: compuestos por 13.000 infantes alemanes, 6.000
españoles y 3.000 italianos con 2.300 jinetes y 17 cañones los cuales
comenzaron a abrir fuego el 24 de febrero de 1525, con el objetivo de
poner fin al sitio y expulsar los franceses del Milanesado. Francisco ordenó un ataque total de su
caballería. Según avanzaban, la propia artillería francesa tenía que cesar el
fuego para no disparar a sus hombres. Los 3.000 arcabuceros imperiales dieron buena cuenta de los caballeros franceses, creando
desconcierto entre estos. Mientras la caballería y la infantería de Carlos V, luchaban ya contra la infantería francesa. En ese momento,
Leyva sacó a sus hombres de la ciudad para apoyar a las tropas que habían
venido en su ayuda y que se estaban batiendo con los franceses, de forma que
los franceses se vieron atrapados entre dos fuegos que no pudieron superar. Los
imperiales comenzaron por rodear la retaguardia francesa y cortarles la retirada. Los cadáveres
franceses comenzaban a amontonarse unos encima de otros. Los demás, viendo la
derrota, intentaban escapar. Al final las bajas francesas ascendieron a 8.000
hombres. El rey de Francia y su escolta combatía a pie, intentando abrirse
paso. De pronto, Francisco cayó, y al erguirse, se encontró con un estoque
español en su cuello. Un soldado de infantería, el vasco Juan de Urbieta, lo hacía preso. Aquel preso resultó ser el mismísimo rey de Francia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario