Otra
rebelión importante fue promovida en Aragón
entre 1590 y 1592. El Justicia Mayor
de Aragón (máxima autoridad judicial y especialista en interpretar los fueros
y en resolver litigios entre el rey y la nobleza) se oponía a que el rey
nombrase como virrey de Aragón a un castellano; y a situar bajo jurisdicción
real el condado de Ribagorza (en manos de un señor feudal local).
En
ese momento se produjo la huida del aragonés Antonio Pérez que había sido secretario personal de Felipe II y
estaba preso a causa de la confusa muerte de un cargo público (Escobedo). Pérez huyó a Aragón, donde la justicia
real no podía aplicarse debido a la existencia de los fueros aragoneses.
El
rey recurrió al tribunal de la
Inquisición, acusando a Pérez de hereje. Se produjo un espectacular motín en Zaragoza (mayo 1591) que logró
liberar al antiguo secretario de la cárcel de la Inquisición. Sus partidarios
lo consideraban un símbolo de los fueros aragoneses. El ejército real redujo finalmente a los partidarios de Pérez, que
fueron ejecutados, incluido el Justicia Mayor. Antonio Pérez huyó a Francia, y
desde allí colaboró en la difusión de la Leyenda Negra contra Felipe II.
Felipe II adoptó algunas decisiones favorables al poder real: Obtuvo jurisdicción sobre el condado de Ribagorza; y la potestad de elegir a los virreyes. Pero respetó la esencia de los fueros e instituciones tradicionales de Aragón: mantuvo el cargo de Justicia Mayor, aunque reservándose la potestad de destituirlo.
Felipe II adoptó algunas decisiones favorables al poder real: Obtuvo jurisdicción sobre el condado de Ribagorza; y la potestad de elegir a los virreyes. Pero respetó la esencia de los fueros e instituciones tradicionales de Aragón: mantuvo el cargo de Justicia Mayor, aunque reservándose la potestad de destituirlo.
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