La
Romanización es el proceso de aculturación de las zonas conquistadas por Roma durante la República
Romana o
durante el Imperio. Mediante este proceso
los pueblos autóctonos conquistados empezaron a usar tecnologías, instituciones
políticas y religiosas, formas organizativas o principios de derecho de tipo
romano, y en muchos casos también pasaron por un proceso de sustitución
lingüística
por el cual pasaron poco a poco a usar latín.
La
lengua latina se difundió por todo
el Imperio, tanto como lengua de cultura como lengua hablada, y se impuso a la
mayoría de las lenguas autóctonas. El
latín pervivió tras la caída del
Imperio y fue la base sobre la que se formaron las posteriores lenguas romances peninsulares
(castellano, gallego, catalán, portugués).
Se
extendió el uso del Derecho romano,
que regula las relaciones privadas como las instituciones políticas y su
funcionamiento. Hoy en parte se mantiene vigente y constituye el núcleo
fundamental de todo el Derecho de Occidente.
La
difusión de las religiones existentes en
Roma, desde los dioses propios del culto romano, basado en la triada
capitolina (Júpiter, Juno y Minerva) practicado en todo el Imperio, así como el
culto imperial (elemento de cohesión de las diversas provincias romanas). A
partir del siglo III, el cristianismo se difundió por Hispania y sus seguidores
fueron perseguidos hasta la proclamación del edicto de Milán (313 d. C.) que
declaró la libertad religiosa. Con la conversión del cristianismo en la
religión oficial del Imperio, surgieron diversos movimientos heréticos, como el
priscilianismo, que arraigó en Hispania en el siglo IV.
Por
último el patrimonio artístico es
otro de los grandes legados de Roma. Deja constancia del urbanismo que
aplicaron en sus ciudades, edificios y obras de ingeniería (foros, acueductos,
templos, circos, anfiteatros) con gran sentido práctico y funcional. Las villas
agrícolas muestran una compleja arquitectura, decorada con mosaicos y
esculturas al gusto romano.
La
integración de Hispania en la cultura
romana se muestra en el hecho de que nuestro territorio fue cuna de
intelectuales como Séneca, Quintiliano y
Marcial, y de emperadores como Trajano, Adriano y Teodosio.[
Las
fases serían adopción del latín, primero de forma oficial e inicialmente por
parte de las élites; penetración de las costumbres: ropas, arquitectura, y de las religiones existentes en Roma,
tanto la propia como las orientales: cultos a Cibeles,
Mitra
y cristianismo; adopción de bienes materiales romanos y
progresiva introducción de las materias primas y tecnologías necesarias para
producirlos. Eso comporta además la adopción de la moneda y el sistema de unidades
de medida romano, etc; adopción progresiva del latín por parte de los estratos
populares y aceptación generalizada del derecho romano.
Abandono definitivo de ciertos elementos autóctonos y homogeneización de la
cultura material con la metrópoli romana. El culmen de la romanización llegó en
algunos lugares con la concesión de la
ciudadanía romana a los habitantes del lugar, que fue general en el año
212.